Salinas y alfalfas, el reino estepario de la avutarda en Villafáfila, Zamora.

Existe un lugar en la meseta norte castellana que es posada del viajero alado, sea del europeo invernal o del africano estival. En el pasado formó parte de un complejo lagunar de amplia superficie rodeada de mosaicos compuestos de cultivos leñosos, cereales, retazos de vegetación natural y extensos pastizales, rastrojeras y baldíos. En la actualidad, el monocultivo de cereal y el escaso pastoreo de ovino, se entremezcla con una diversidad faunística espectacular, entre la que se incluye la presencia del lobo.

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– ¡Pero me quieres hacer caso, leñe, que he cazado para ti!-. La insistencia, el obsequio y un buen almuerzo, le garantizará el éxito reproductor a este galán vestido de colores.

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Esos desarrollados bigotes en los corpulentos machos de avutarda nos indica que se encuentran en pleno frenesí reproductor durante los meses de abril y mayo.

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No existe cernícalo vulgar más seductor y con mayor éxito que aquel que se muestre con la captura de un topillo ;-D

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El tañido canoro de los trigueros son la alegría del árido entorno.

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La belleza acrobática de los aguiluchos cenizos no tiene parangón, son las rapaces con el más sofisticado repertorio aeronáutico aplicado al cortejo.

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Collalba gris sacándose “un extra” como recepcionista.

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Sus lagunas salinas se ven circundadas de vegetación halófila que da cobijo a miles de “hervívoros” del vuelo como son los ánsares, o proporcionan suelos mullidos y ajenos a la intrusión humana a los escasos búhos campestres reproductores. Sus oceános cerealistas albergan la mayor densidad de avutardas de Europa, y una de las mejores representaciones penínsulares de avifauna ligada a estos espacios de constante transformación agrícola. Durante las persistentes nieblas invernales, los esmerejones y halcones peregrinos arribados del norte, aterrorizan a los abigarrados bandos de paseriformes; en primavera, los grupos cernidos de primillas y los vuelos rasos prospectores de los cenizos, arrasan con los ortópteros devoradores de cultivos forrajeros y panificadores. Las alondras canoras revolotean suspendidas, mientras las calandrias lucen sus conspicuas franjas blancas de fuga alar; los correlimos, incansables, criban de insectos las blancas orillas salinas, y los combatientes atusan su creciente plumaje guerrero; las espátulas filtradoras recalan de paso y las avocetas rayan el fondo con sus picos revueltos al cielo.

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Pose gallarda de un macho de primilla.

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Cogujada común recordando sus dominios en los últimos minutos del día.

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Los palomares son los responsables de que los halcones peregrinos europeos pasen el invierno en Villafáfila. En la fotografía rodeados de tarays en flor.

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Estos los requerimientos ecológicos de los búhos campestres durante su invernada en Villafáfila. En esta ocasión, cerca de 30 estampas de ojazos profundos entreviéndose por las dispersas marañas acojinadas de inertes herbáceas entre la abundancia de su principal presa: el topillo campesino.

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El vuelo prospector sobre el pastizal del búho campestre es toda una demostración de vuelo especializado.

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En el pueblo abandonado de Otero de Sariegos, las golondrinas, pajita en ristre, fabrican mortero en la fuga del pilón; los mochuelos recorren ruinas con descaro, mientras las grajillas intentan arrebatar los mechinales a los primillas. Los conejos horadan los cimientos de tapial y asoman desconfiados ante la acechante mirada lobera pertrechada entre adobes arruinados; las cigueñas blancas sobre el campanario alojan a sus futuros cigoñinos, y los abejarucos, habilitan posaderos para la caza insecta en cables de viviendas fantasma…

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El aumento de horas diurnas en la primavera son un completo hastío, pensará el perezoso mochuelo en su majano.

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La base de toda sólida construcción con barro es dotarla de material vegetal, por eso las golondrinas hacen previo acopio de pajitas para recogerlo ya mezclado…

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¡Cuánta bravura y belleza despliegan las perdices!.

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La vida aún palpita, pero en declive. La intensificación agrícola basada en insumos químicos, vertederas engullendo linderos, la actividad cinegética en su habitual menosprecio, y un turismo desregulado, sin vigilancia y sin espíritu de respeto y contemplación paciente, Villafáfila, como otros entornos similares, tiene su futuro comprometido si no se aborda un cambio de rumbo en su gestión.

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Los virtuosos del planeo y la acrobacia están representados por las tres especies de aguiluchos nidificantes en el espacio. Aquí un precioso macho en vuelo.

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Impulsar más de 18 kg fatiga a cualquiera ;-D

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Espectaculares “ruedas” o “leks” de numerosos machos de avutarda.

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.En mayo estos muñecos ya comienzan a corretear en un suelo minado por sus excavaciones entre los tapiales ruinosos de Otero de Sariegos. Los conejos son el pilar en el que se sostienen todos los grandes depredadores ibéricos, incluidos los lobos esteparios castellanos.

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No deja de sorprender la fiereza de los aguiluchos laguneros, pero aún más que se presente la oportunidad de capturar una culebra bastarda a finales de diciembre.

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Más información:

Otras Propuestas.

– «Huesped nocturno de la planicie».

6 comentarios en “Salinas y alfalfas, el reino estepario de la avutarda en Villafáfila, Zamora.”

  1. Florido castellano el que utilizas, parecido al de mi admirado Félix Rodriguez de la Fuente, quién nos infundió amor hacia nuestra naturaleza ibérica a toda una generación.

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