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Uros, vacas y lobos, interrelaciones ancestrales en la Sierra de la Culebra, Zamora.

El gran uro salvaje (Bos primigenius), progenitor de los bovinos europeos, se extinguió en el siglo XVII de mano de la acción humana, desapareciendo el último ejemplar en Jaktorów, Polonia, en 1627. El registro más antiguo de su presencia data del paleolítico (hace 17.000-18.600 años) inmortalizado en las pinturas rupestres de las cuevas de Lascaux en Francia. Eran unos megaherbívoros que arribaron desde Asia central a Europa hace 270.000 años y se extendieron por todo el territorio entre el sur de Escandinavia y el norte de África. Pesaban hasta 1.000 kilos, poseían enormes cuernos y medían aproximadamente dos metros de altura en la cruz (similar a un bisonte americano) características que les permitían recorrer grandes distancias y defenderse con suficiencia ante enemigos tan peligrosos como los lobos.

Lobo Uro rupestre.

Hace aproximadamente 8000 años el hombre comenzó a domesticar animales en el subcontinente indio y el continente asiático occidental. El ganado doméstico europeo y buena parte del asiático parecen derivar del uro del Medio Oriente, aunque en el ADN se han encontrado muestras de aportes netamente europeos. Las razas autóctonas de vacuno, fundamentalmente las que se presentan en España y en concreto en el suroeste de Zamora con la raza sayaguesa, representan el reservorio genético más cercano al uro. Estos animales seleccionados durante incontables generaciones, presentan el mayor grado de adaptación a la geografía y al clima frío de ésta región, aprovechan óptimamente los recursos (pobre en pastos) y muestran una mayor resistencia a condiciones adversas y enfermedades del entorno. Además, las razas autóctonas de ganado vacuno son las mejores defensoras de sus crías frente a depredadores como el lobo.

Lobo Recreación de un uro. Pelaje negruzco, franja ocre en el lomo, morro blanco; cuernos largos y delgados, claros y delgados hacia arriba. Todas son características aún reconocibles parcialmente en algunas razas autóctonas.

El ataque de los lobos siempre depende de la existencia de cobertura, del viento, de la situación relativa del ganado y de quienes lo custodian. Procura no salir al descubierto, ser olido, visto u oído, pero no vacila en exponerse a todos estos riesgos si es necesario. Aprovecha una tormenta, y en ausencia de perros y vaqueros, ataca abiertamente. Se cuenta que estas vacas, ante el despliegue virtuoso en el arte de la emboscada y el acecho de nuestro gran depredador, cierran filas en grupo manteniendo a los terneros en retaguardia y emprendiendo embistes para rechazar el acoso lobuno en forma de ataques laterales o de frente en aproximaciones continuas. Solo semejante escena puede ser superada por búfalos y leones en el continente africano ;-).

Lobo Semental de la raza autóctona sayaguesa.

En la actualidad, existe un proyecto europeo llamado “Taurus” que pretende recuperar al uro genéticamente mediante varias generaciones de cruces entre razas domésticas de toros y vacas actuales. Entre ellas, se encuentra la vaca sayaguesa, raza en peligro de extinción y considerada uno de los bóvidos más antiguos de Europa.

lobo La morfología de la raza autóctona alistano-sanabresa revela igualmente sus orígenes primigenios. Esta vaca se cría en la región con mayor densidad de lobo de la península ibérica: la Sierra de la Culebra.

Los primeros ejemplares experimentales de uros, unos 200, ya se encuentran hoy en las campiñas europeas, en concreto en España, Portugal, Croacia, Rumanía, Bélgica, Holanda y la República Checa.

lobo Ejemplar de uno de los primeros cruces del proyecto \»Tauros\». Recuperar sus formidables astas es aún una tarea pendiente.

La coexistencia entre el lobo y la ganadería es posible y necesaria, sólo requiere de medidas preventivas y técnicas que coincidan con las prácticas ganaderas tradicionales abandonadas desde mediados del siglo XX, y por supuesto, del fomento de razas que han coevolucionado con la presencia de un gran depredador, al que conocen y del que saben cómo defenderse.

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